Como exmiembro republicano del Congreso, observé la batalla por la presidencia de la Cámara de Representantes con consternación y admiración: consternación por la óptica del caos y el fracaso en resolver los problemas de los conservadores antes del 6 de enero, admiración de la tenacidad tanto del Portavoz McCarthy como de los disidentes con quienes compartí muchas preocupaciones.
